UNA PATATA SIN PLANO FIJO.
Inauguramos una nueva línea editorial, un gran esfuerzo por parte del forro de los bolsillos que financian esta experiencia informativo-bizarra. Hemos destacado un corresponsal que, a través de unos viajes que piensa hacer autopropulsado por sus propios pies, nos mantendrá al día de toda aquella materia susceptible de ser enmarcada en el ámbito de lo extraño. Y todo ello sin reparar en gastos, sobre todo porque no le pagaremos los gastos hasta que traiga tickets y facturas, y eso no será, aproximadamente, hasta que las vacas vengan de serie con los cuernos fluorescentes. Pasamos sin más a su crónica.
En mi periplo por las verdes praderas de Groenlandia, he ido a toparme con el insigne profesor Hermenegildo Taperhüer, antiguo colaborador de esta casa en tiempos de la tarjeta perforada y aficionado a la ciencia difusa de entreplanta oscura. Después de recibirme de manera muy agradable y dejando el fusil de cerrojo a dos palmos, comentamos largo y tendido su experiencia al frente de la división científica de Sótano 71. Habían pasado tres minutos quince segundos desde mi llegada y parecía que el silencio imperaba en la coqueta salita de su minifortaleza del mal. En opinión de servidor aquello no era más que una cabaña en el quinto cascajo a mano derecha, pero no soy yo quien para recalificar el valor catastral de la morada de nadie. Menos con una escopeta a mano.
Preguntado por los proyectos actuales, el doctor esboza una sonrisa, “mi investigación actual puede cambiar el tejido de la realidad, el sentido del universo, ¡el principio mismo del todo desde una óptica de los ojos mismos!” Alborotado recorre el salón ejecutando gráciles brincos hasta que se empotra contra la chimenea, según sus palabras, “de manera voluntaria, voy a encender el fuego, por la tarde refresca”. Tras unas friegas de alcohol y permanganato, me revela sus planes, cual agente secreto al servicio de su majestad la portera. “Estoy a punto de lograr desplazarme entre dimensiones a base de patata congelada, tesón, ahínco y tener enganchada la luz del vecino, que aquí en Groenlandia hay que darse un paseíto, no se crea”. Hermenegildo no quiere contestar al tema de la estafa eléctrica, pero no tiene reparos a la hora de airear sus ideas científicas.
Con la ciencia a la altura de las rodillas (sigo creyendo que era roña, pero el doctor sabrá), asisto estupefaciente al despliegue de medios fotocopiados, esbozados al carboncillo o simplemente trazados sobre el suelo aprovechando el exceso de…ciencia depositada por el tiempo y la ausencia de escobones. En resumen, y según unas palabras de las que dice ser propietario, pero vaya usted a saber, “destangenciar la fécula, redireccionar las constantes tubercular estratosférica, ningunear los designios divinos, todo ello ha sido fácil, cosa de un par de tardes. Ahora, no vea usted lo que me costó encontrar un super con sección de congelados por estos lares, por lo visto por aquí son más de churros y de guardar las conservas a la puerta de casa.” El material está listo. La historia, expectante; la realidad se tambalea ante un más que previsible vuelco en sus caprichosas leyes. El doctor Hermenegildo me invita a ser el privilegiado humano que pruebe por vez primera sus teorías. Sobre un lecho de patata sacada a destiempo de la freidora descansan media docena de adminículos cortantes y trinchantes, impacientes por insertarse en las carnes de este viajero. Tal honor me sobrepasó de tal manera que ni un winchester apuntando a mi centro de procreación pudo torcer mi convicción. “No puedo aceptar, compréndalo” le dije. Y no lo comprendió. Y ahí tiene usted a dos adultos, hechos y derechos, pugnando a causa de la cortesía en el suelo de un autoproclamado refugio del mal, pasando de las excusas al insulto timorato hasta que, tras un nuevo resbalón, el doctor decide probar su invento por sí mismo, dirigiéndome algunas palabras terminadas en “on” que no pude comprender debido al estruendo de la supernova patatera. Y aquí lo esperaremos, deseosos de conocer sus hermosas aventuras en la dimensión las vicetiples o la hermosa dimensión de los simios rapsodas.
Una crónica de Salustio Bigardo, sandalias en mano.
9 comentarios:
La posibilidad teórica de repliege la realidad sobre sí misma en base a la fécula de la patata ya la introdujo Stephen Hawking en su libro de 1966 "La Patata Puántica" -"The Quantic Potatoe", Cátedra, 1966-, en el que se describe el caso de un duque francés el siglo XVII que, tras introducir una patata en la cacerola de su chimenea, presenció la apertura de un agujero de gusano en el interior de la propia chimenea del que emergió, amén de una versión reversa de la realidad en todos sus posibles estados, un dinosauio, una pandereta y Juncal Rivero. Lo que no sólo explica la desaparición de Juncal Rivero de nuestra propia dimensión, si no que da motivos a su amigo Hermenegildo Taperhüer pra no colgarse tantas medallas.
Esto mismo se lo comenté yo al propio Hermenegildo Taperhüer cuando coincidimos en el altiplano paraguayo en el año 1983, estudiano los usos y costumbres de la tribu wombissa, que habita el propio altinplano paraguayo, claro, si no de qué íbamos a estar allí. Se lo comenté, le decía, obteniendo como única respuesta que Stephen Hawking era un vendido y que todo carecía de importancia porque pronto se alzaría la Revolución. No quise yo prestar atención a esta interpretación tan bizarra de Hawking, si bien tuve que hacerlo por mor del tremendo estacazo en la cabeza que recibí de manos del propio profesor Taperhüer, que acto seguido desapareció a la carrera por el altiplano profiriendo proclamas anarco-sindicalistas.
No pudo por menos que alegrarme de su desaparición en el insondable entamado espacio-temporal de nuestro universo, perdone que le diga.
No cabe duda del mérito académico del citado doctor Tapergüer. Tampoco cabe duda que no lleva bien que le lleven la contraria, por ahí lo del estacazo.
Ha desaparecido de nuestra realidad de momento. No olvide que esta dimensión sigue las reglas de la cinematografía: en cuanto nos haga falta, lo resucitamos o lo traemos desde donde esté. Tampoco hay que descartar la posibilidad de que esta dimensión salga de paseo y se cruze con la citada dimensión de los simios rapsodas.
Gracias por sus apuntes bibliográficos y avísenos si ve pasar a Juncal Rivero, para echarle una foto y hacerle unas preguntas cosmológicas.
Veo harto complicado el cruzarme con Juncal Rivero, principalmente porque, como le decía, se tiene constancia de que ha viajado al siglo XVII. A no ser que la citada señorita Rivero encuentre otro agujero de gusano que conduzca a nuestras coordenadas espacio-temporales, claro. Esto es muy improbable, pero oiga, se han visto cosas que eran más improbables y que aún así, existieron. Mire Noche de Fiesta.
La dimensión de los monos rapsodas es una dimensión que deja bastante que desear, desde ya se lo digo. Si aún así le tiene ganas, Viajes Marsans ofrece un paquete muy cuco que inclute tres días y dos noches en la dimensión de los monos rapsodas, con posibilidad de escala en la Dimensión de los Mil Millones de Marías del Monte. Ya sabe usted que los monos rapsodas son enemigos acérrimos de las Marías del Monte y que el encuentro entre ejemplares de ambas especies suele acabar con una maria del monte degollada o con un mono rapsoda huyendo al trote y con una peineta clavada en el lomo.
Algunos solo ven salvajismo en los que otros eruditos más versados ven un rico folclore. Sin ir más lejos pasé unos días en la dimensión de los arrojacabras desde campanarios, y no crea usted, incluso alguno había que no pasaba el día rascándose las axilas. Declino la invitación a la dimensión de las Marías del Monte de todas maneras, tengo más de mono rapsoda, y al final la podría liar parduzca.
La dimensión de los arrojacabras es un fraude, amigo, pura fachada de cara al turismo interdimensional. No se deje engañar; en realidad no les gusta arrojar cabras. Son todos eruditos e intelectuales. Lo hacen sólo para los visitantes y cuando les viene una auditoría del Ministerio. Lo cual es frecuente, porque lo suyo es un secreto a gritos y en el Miniserio se están oliendo el pastel. Esto no me lo invento, lo sé porque me lo dijo un genuino aborigen arrojacabras con mucho secretismo, que a continuación aseguró no poder entreterse más porque le esperaban para arrojar una cabra -muy a su pesar, aseguró, pues su pasión verdadera es el backgammon- y posteriormente, para mediar en una ponencia sobre Kierkegaard.
No dudo de la veracidad de su información. Mucho se ha rumoreado sobre la idoneidad de mutar las costumbres patrias en unas más urbanitas: martini, charla relajada, chispeante elocuencia...sin embargo la "Comisión Nacional de Vamos a Dejarlo Todo como Antes de Antes" no lo ha mirado con buenos ojos. Ni con malos. Ante la propuesta salieron del salón de debate con los ojos cerrados.
Eso y que habría que quemar muchas postales con fotos típicas, y es malo para el medio ambiente por lo visto.
Ya. Me suena a subterfugio socialista.
Estamos a lunes y no actualiza, amigo Incógnito. No sé qué clase de moscas están papando en su redacción.
Ya pondré firmes a estos juntaletras caballero. Gracias por su aviso. Su mundana excusa ha sido "estamos localizando exteriores". ¡Este medio nunca sale de casa, hasta ahí podíamos llegar".
Un poco más arriba, la ración semanal.
Publicar un comentario