viernes, 28 de octubre de 2005

ALERTA: BOTIJO NUCLEAR

ESTADO DE ALARMA TRAS LA PÉRDIDA DE DISPOSITIVO TÁCTICO-ARMAMENTÍSTICO.

Interrumpimos la programación habitual de este medio, repleto de sandeces y zarandajas, para hacerles llegar un comunicado de máxima alerta de estas que hacen brotar sudores fríos. El coronel de la Subdivisión Sur-Suroeste del Campamento Nordeste, Señor Don Rodrigo Sanjurjo de Bayoneta ha leido el mensaje transcrito en papel de envolver bocadillos de sardinas, aviso proveniente del Despacho del Subteniente de Inteligencia Supuesta del Hemisferio Sur. Ahora se toma usted una aspirina para el dolor de mollera por la acumulación de cargos y nombres y seguimos. Según el dicho comunicado “ se ha extraviado un artefacto nuclear de dos megatones y medio entre las localidades de Villa Alpargata y Casavieja de los carneros. Se han personado en el lugar efectivos del ejército, policía, guardabosques y taquilleros de multicines con mocasines. Se ruega extremar las precauciones, no salir de debajo del sofá y no abrir la puerta a comerciales, no sólo ahora, sino en todos los casos”. Nuestro compañero Juan Píloro, responsable de la recepción de telex y publicidad de supermercados, ante dicho comunicado aparecido en su terminal, ha pedido la tarde libre y se ha ido a casa. Pasamos la conexión a nuesto equipo de enviados especiales.

Buenos mediodías. Hemos acudido prestos y dispuestos a subirnos a la unidad móvil, habilmente camuflada como un camión de reparto de flanes “El chino histérico” para poder introducirnos de manera sibilina en el territorio ocupado por las fuerzas del ejército. Llegados al lugar no hemos encontrado vigilancia militar, lo cual nos extraña. Villa alpargata es un tranquilo pueblo de unos cuatro habitantes y un gato, que domina la Serranía del Pedrolo, en el que nunca había ocurrido nada de relevancia ( salvo aquella vez del bingo y la morsa....bueno, lo dejamos para otra ocasión ). Hemos preguntado en el centro de información turística de la localidad: la venta del tio Publicano. Allí nos hemos puesto al día de casi todo: el ejército transportaba un cargamento de armas nucleares camufladas en el interior de botijos para evitar su sustracción por parte de gente malísima de allende los mares por aquella zona casi deshabitada, para que en caso de bache en la carretera y estropicio posterior no hubiera mucha gente que se pusiera verde y le salieran alas de coleoptero tras el escape nuclear. Los militares pararon en la venta a tomar un refrigerio no exento de alcohol acompañado de unas cortezas de cerdo rancias y en ese momento el Prisciliano, sobrino de la Pelona, robó uno de los botijos mientras el soldado de guardia se inspeccionaba sus fosas nasales. Si no fuera por este hombre nunca habríamos averigüado toda la historia, por lo que le hemos dado diez euros y le votaremos si lo nominan al premio Noble del chismorreo y las ciencias.

En estos momentos trasmitimos en diferido directo desde la zona, hablamos desde la única cabina del pueblo que se traga las monedas que da gusto, mientras observamos con la mano sobre las cejas a modo de visera las evoluciones de los expertos del ejército en los alrededores y nuestros compañeros en la redacción transcriben las palabras con la rapidez que le permiten sus uñas. Vemos como un soldado con gafas varea un olivo en busca del artefacto con el palo de un cepillo, la verdad es que no sabemos si ese es el procedimiento habitual. Un sargento interroga a un chucho callejero en la esquina de la plaza de la iglesia mientras un soldado agarra por los pies a un compañero que busca el objeto en cuestión en el fondo de un pozo ayudado por un mechero a gas de Jamonería Hermanos Ceporro. Un helicoptero del ejército sobrevuela la zona a baja altura mientras un soldado saca un brazo por la ventanilla y va tanteando el terreno. Tenemos aquí al Subcomandante Caspa, que a la vez que nos indica que nos vayamos, nos dice que están a punto de dar con el peligroso botijo, que han logrado traer un burro rastreador de la Compañía de Zapadores de Colinas y Barrancos que dará con el, y si no, irán preguntando por las casas, ya sea llamando al timbre o hablando con la gente por el portero electrónico hasta que den con él. Niega que espías del ejército de Mongolia sean los responsables del hurto y que interrogan al sobrino de la Pelona y que no lo soltarán hasta que aparezca el dichoso botijo.

Nosotros abandonamos el lugar ayudados por los empujones de dos soldados pelirrojos y vemos como llegan los enviados especiales de otros medios de comunicación a cubrir la noticia. A chincharse que llegamos nosotros primero. Es todo, devolvemos la conexión a los estudios centrales de Sótano 71.

Informó en un directo muy suyo Luis Alfredo Poltrona.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Sintocinásteis vía salétile? Gran historia.

Mr.Incógnito dijo...

No, via boca a boca, el reportero al teléfono y su interlocutor en la redacción iba dictando a un señor con gafas que iba transcribiendo.

Anónimo dijo...

Los peligros de la era nuclear, ahora bajo una nueva y maléfica forma...!!!
Cómo llega a usted información tan reservada???

Mr.Incógnito dijo...

Tenemos dos vias: en este país a base de sobornos se abren muchas puertas ( los sobornos no tienen que ser necesariamente pecuniarios ).

La segunda via es asomarse al balcón y fijarse mucho en las cosas.

Y no, no podemos revelar nuestras fuentes, porque nos da mucha vergüenza.

Chasky dijo...

Para que luego digan que los botijos no tienen valor, es el mejor invento jamás creado, mantiene el agua fresquita y encima permite camuflar dentro artefactos nucleares.

Carol dijo...

Como se suele decir, otro trabajo "fino" de la milikancia española :)))))))

lidia dijo...

Y todo eso justo antes del día de todos los santos...en fin gracias por sus apoyos, pero espero no solucionar mi mala suerte sentimental en el blog!!!!!!!!

Mr.Incógnito dijo...

Bienvenidos sean los nuevos comentaristas, los botijos del mundo se sonrojan por sus halagos, la milikancia bien...gracias y no hay de qué por lo de los apoyos.

Y todo esto contestando los comentarios con la cabeza al cincuenta por ciento, si es que no se puede pedir más, oiga.