viernes, 26 de noviembre de 2010

TESOROS CULTOS OCULTOS.

¡EMOCIÓN, VIAJES EXÓTICOS Y VISITA A LA TIENDA DE RECUERDOS!

Nuestros redactores son de tendencias recogidas, llevando a cabo un esfuerzo por acercarles la información recién salida del cesto de los telegramas sin que apenas haya que apretarles los pernos de las cadenas. Es maravilloso, ¿no creen? Para el documental taquigrafiado que procedemos a ofrecerles en exclusivo plagio hemos tenido que coger de las solapas a uno de nuestros plumillas y mandarlo más allá de los muros. Eso sí, nos hemos asegurado su vuelta con la funesta amenaza de desordenarle los colores de cera. Malos modos, sí, pero hay que atar cortito.

Incluir aquí fanfarria grandilocuente de reportaje audiovisual para programar en sobremesas de párpados pesados. Si no se encuentra puede usted canturrearla o silbar la melodía de un anuncio de chicles, está usted en su casa.

-         El tiempo se encarga de ocultar nuestra huella. Lo que hoy es pieza fundamental o moneda de cambio mañana será basurilla y pasado mañana tesoro venerable. Ese pasado mañana ha llegado para cosas del antesdeayer y es conveniente buscarlas, pues de lo contrario a otro iluminado se le podría ocurrir y lograr salir en los papeles. Esto no se hace en privado, ¿qué sentido tendría profesor?
-         Tanto como trabajar de gratis.
-         Nos acompaña en esta vivencia el insigne Anselmo Pespuntillo, Catedralicio en Trastos Ancestrales por la Universidad Puenteficticia de Cucamonga. Salude con la manita.
-         Hola a todos los aventureros de salón que gozan con las aventuras del prójimo y que encima las ponen en duda.
-         ¿Un poco resabiado?
-         No, que digo las cosas sin pensar,orejas de solapa.
-         Tiene indicios de la existencia en estos parajes de un pergamino de valor incalculable.
-         No diría tanto, habría que estar una tarde entera calculadora en mano para ponerle precio, haciendo pausa para merendar y todo. Cuestión de vagancia.
-         Nos aproximamos al lugar. Esquivamos una alfombra de pelo de dormitorio en color borgoña y pegaditos al armario ropero de dos puertas y altillo atestado nos acercamos a la cama de matrimonio. ¿Hay peligro de dejarse una espinilla con el cabecero?
-         Veo más peligro en que usted se apoye sobre la colcha y le deje arruga. Como lo vea mi señora y se lo cuente a la sirvienta, ¡qué carácter tiene esa muchacha!
-         Muestre a cámara el equipo necesario para esta arriesgada incursión en los bajos de la cama. Lleva con usted un pañuelo para atárselo tapando la nariz y una cuerda de seguridad.
-         Durante la última búsqueda bajo la cama de mi hijo el mayor me despisté a la altura de la segunda pata y pasé unos horrendos días hasta ser rescatado por el cepillo de la sirvienta. A mí eso no me pasa más.
-         Yo no traje cuerda.
-         Tranquilo, con que sobreviva uno de los dos, preferiblemente yo, la historia será contada.

Nuestros valerosos hombres se arrastran, con el pecho sobre la solería entregada con la casa quince años atrás, sufriendo el frío material.

-         No me deje manchas de manos en el suelo, se lo ruego. No pierda comba, esta intersección es peliaguda, el año pasado extraviamos una alpargata de paño de la que nunca más se supo.
-         La oscuridad es total bajo el colchón profesor, ¿porqué no enciende la linterna?
-         Porque va a golpes.
-         ¿Cómo es eso?
-         Tengo que darle unas palmadas en el lomo así, ¿vé? Si a la segunda no enciende no hay manera y tengo que cambiar las pilas
-         ¿Y porqué no lo hace?
-         ¿Y afrontar la certeza de explorar este espacio insondable en la más absoluta negritud?
-         ¡Se lo pido yo, ya que no ha querido darme cuerda!
-         La que he escondido en el lavadero cuando usted entraba es para otra cosa...para cambiar el tendedero...esa no sirve. A ver si va.

No intente hacerlo en casa sin el mapa adecuado. Este es standard y está a la
venta por un precio tan ridículo que no nos atrevemos a transcribir.

Una débil luz enfoca la estancia de techos bajos de láminas ergonómicas. Entre ellas se desprende un ligero polvillo producido por el colchón.

-         No será esto peligroso para el tracto respiratorio.
-         Umhgh umgh gñ gñ
-         ¡Profesor profesor! ¿Se encuentra bien?
-         No sea pazguato, tenía el pañuelo sobre la boca. Decía que para el suyo sí.
-         ¡¿Qué es ese muro que nos impide el paso?!
-         ¿Lo va a gritar todo como si estuviera en plena cabalgata de reyes? En esa caja mi mujer guarda unas colchas compostelanas de la dinastía Pilarín, una suegra que apareció de improviso un día y se las regaló. Son horribles, indescriptibles.
-         ¿Pavorosas?
-         No, de tergal. No se atreve a tirarlas porque pudiere aparecer la susodicha. Y tampoco a ponerla. Vamos, el típico trasto que anda por casa y le sobrevive a uno.
-         Podemos encontrar en cualquier momento la caja que contiene esos pergaminos. ¿Será ese baúl de plástico de ahí?
-         No, en ese guardo mi colección de propagandas de clínicas dentales. Buscamos algo más antiguo.
-         Aquel arcón de allá.
-         Ni se le ocurra acercarse.
-         ¿Aquella sombra que ha cruzado al fondo?
-         ¡Quieto! Puede ser la sirvienta.
-         ¿Y aquella profesor?
-         ¿Va a preguntarlo todo? ¿Va a señalar cada caja y preguntar por ella? ¿Cree que por señalar esta será la caja...?
-         ¿Es esa entonces?
-         Ehm...no, estaba detrás.

El profesor no puede esperar a salir de la catacumba para inspeccionar el hallazgo. Despliega con cuidado y muestra orgulloso un papel agrietado.

-         Creí que había perdido este ejemplar de la revista DDT del cincuenta y siete cuando me deshice de mis viejos TioVivos. Mire, es el que trae el montaje fotográfico del Soneto de Lope de Vega y la crítica de la película “Tribulaciones de un chino en china”.
-         ¿Buscábamos esto entonces?
-         ¿Defraudado? ¿Qué quería encontrar bajo mi cama, las tablas de la ley pasadas a limpio? No sea cernícalo.
-         Profesor...
-         ¿Qué quiere preguntarme con esa cara de acelga escalfada?
-         Eso que se mueve...ahí.
-         ¡Madre del perpetuo espanto! ¡La alpargata de paño perdida se ha vuelto salvaje!
-         ¿Cree que puede reconocerlo y detener sus instintos sanguinolientos?
-         ¿Porqué no la espera usted y lo comprueba?
-         A mí no me conoce.
-         Por eso mismo.

La transmisión se interrumpe entre sonoros alpargatazos, presumiblemente sobre una superficie extensa de carne redondeada paralela a otra similar.

-         Madre mía, ¡las vueltas que dan ustedes para no decir culo!

Usted no sale más en nuestro reportajes.

-         Estupendo que me parece.

Sótano 71 en colaboración con Bedroom Geographic.
 

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