jueves, 14 de septiembre de 2006

YO, GURT.

UN ALIENÍGENA UPERIZADO Y PARCIALMENTE DESNATADO.

La redacción en pleno de esta humilde casa se encontraba uno de estos últimos días inmersos en los quehaceres diarios de un medio de comunicación, ya saben, concursos de cubo rubrik haciendo el pino y demás tareas de periodistas de raza y tronío. La sorpresa llegó acompañando al señor cartero, sorpresa doble por otro lado: nos traía una carta, que ya es novedad, y su remitente no era el banco de turno reclamándonos unos dineros, auténtica primicia para servidores. Embargados por la emoción y no por una financiera, abrimos el sobre. Nos hemos quedado sin palabras para describir lo que allí se relataba, y hasta que llegue el muchacho del reparto con nuevos vocablos, transcribimos sin añadir colorantes, pero sí alguna que otra explicación entre corchetes, la extraña misiva.

“Estimados miembros de este medio [ refiriéndose a nosotros, salvo error de correos ]

Me dirijo a ustedes para hacerles llegar unas vivencias vividas por mi mismo, por dos motivos: porque he notado que a ustedes gustan de difundir estos casos y por falta de credibilidad en otros medios, tales como periódicos de tirada nacional y teletiendas.

Mi nombre es Gurt, descendiente directo de la raza alienígena de los Gutierrex [ bueno, quizás no ponía esto...hemos hecho traducción un poco libre ]. Fui en un tiempo el terror de Venus, azote del cinturón de asteroides y presentador de la bella serie de documentales “cacería de dimplosauros con ciborgs”. Rodeado de bellas doncellas, riquezas y televisión por cable con contenido decente, sufrí la ira y las envidias de mi cruel hermano, el Conde-Duque de Flanz. De forma subrepticia [ nótese, si le apetece claro, el bello uso de la palabra escrita, teniendo en cuenta su procedencia extraterrestre ] convencióme para que me asomara a un precipicio altísimo, ya que, según el, “había un tipo calvo bastante peculiar allí abajo”. Dicho esto, me arrojó al fondo del desfiladero mediante patada en las propias partes traseras, para después proclamarse Emperador haciendo uso de una antigua ley, que prohibía a los nobles de mi planeta golpear un barranco con la cabeza. Y me hizo perseguir. Los que en un tiempo fueron mis leales servidores me hostigaron, haciéndome arrepentirme de no haberles subido el sueldo cuando lo pidieron. Logré escapar gracias a un ingenioso invento de mi planeta: unas gafas con una nariz pegada, cejas y bigote, un artículo quizás demasiado adelantado para ustedes [ qué razón tiene ], los humanos. Me apropié de una nave y puse rumbo a cierto planeta cuyo concepto de la legalidad es bastante peculiar...sí, el suyo. Quiso la mala fortuna o la ausencia de líquido de frenos, que fuera a estrellarme en las proximidades de un almacén de comestibles, uno de esos supermercados. Las fuerzas ahora a las órdenes de mi diabólico hermano Flanz aún seguían mis pasos. Escondido tras una lechuga, llegué al frigorífico de postres lácteos, para encontrar, ante mi sorpresa, que ustedes ponen a la venta para el consumo un producto similar a los individuos de mi planeta. Me disfrazé de yogurth, natural. Natural no porque fuera evidente, si no por que no tenía sabor. Así, como semejante alimento, acabé en casa de una señora jubilada. Cierto día y viendo el sorteo de la doce, pretendió comerme con cuchara, por lo que tuve que descubrirme de mi disfraz y asegurarle que era el genio Jacinto, y que por liberarme, estaría a su servicio de por vida.

Esta es mi situación. Ando todo el día arreglándole las camas, barriendo los platos y fregando el polvo. He cambiado los muebles de sitio catorce veces en un mes. Me ha hecho arreglar las tuberías, transplantarle los geranios y, perdonen, me emociono un poco, limarle las asperezas de los pies. Solo desearía que le dieran a mi retorcido hermano el aviso de que estoy aquí, que me recoja y haga conmigo lo que desee, porque no puedo soportar otra hora y media de cotilleo de mi...ehm...ama, colgada del teléfono con su compañera María Fernanda.

Es un favor que yo les pido, y que tampoco les va a costar tanto.

Atentamente, Gurt, ex Príncipe de Saturno.”


PD. Adjunto foto de cuerpo entero.

Sobran los comentarios, huy...no, los suyos no, que los apreciamos mucho, nos referimos a los nuestros, que no hacemos más que decir tonterí....vamos a despedirnos antes de seguir metiendo la pata hasta el fondo.

A la limón, Sótano 71 y toda su redacción. Chimpón.

4 comentarios:

Guillermo dijo...

¿Han pensado ustedes en la redacción en dar el salto al mundo editorial? algunas de sus historias tienen bastante tirón y seguro que las compran más personas aparte de sus respectivas madres.

"Sin noticias de Gurt". Seguro que es todo un exito, y como título es muy ogirinal, no se parece a ninguno que conozca :-P

Mr.Incógnito dijo...

Ejem...bien...respecto a su pregunta...bien...¿quién le ha informado?...queremos decir...bueno...va a tener usted el privilegio de ser el primero en saberlo...preparamos algo para el segundo aniversario de esta casa....y hasta ahí podemos leer.

Por lo menos ya sabemos que de vender algo, venderíamos un ejemplar más. Gracias.

Anónimo dijo...

A mi los yogures ni chicha ni limoná, pero éste es un poco quejica. Le podía haber tocado en el apartamento de Patty y Selma. Que pregunte a unos tales Bart y Lisa como se las gastan por ahí. De todos modos, ¿no se escribió ya un libro acerca de sus desventuras? "El mundo según Gurt" creo recordar...

Mr.Incógnito dijo...

Esta empresa siempre ha estado en contra del principio mismo del yogurt ( es obligatorio para entrar a trabajar aquí ). Y si han escrito algún libro sobre este ente, creo que ni él mismo se ha enterado, porque no ha pillado un ecu por los derechos.