INFORMES CONFIDENCIALES A VOCES: LA INVASIÓN DE TUBA.

SECRETOS DE ESTADO VENDIDOS A EURO EL KILO.

Cierta mañana nublosa y etérea se presentó a nuestra puerta un misterioso individuo. Bajo su axila u sobaquera acarreaba un legajo de viejos papeles. Dos diminutos ojos brillaban como el filo de un cutter bajo dos pobladas cejas “¡El trapero, compro cacharros, papeles y to lo que no les sirva a ustedes!”. De esta manera nos hicimos con los documentos que nos han ayudado a investigar el caso del que le hablamos unos renglones más abajo.

1959 ( en la fecha no hagan mucho caso, estaba borrosilla ). El dicharachero presidente electo Edward W. Hasenhasen mira con desdén como el que observa el precio de la pescadilla la situación política del vecino país de Tuba, gobernado por ciertos señores, cada uno con sus cosas que hacer por las tardes. Detectando en este país a tiro de piedra un peligroso destacamento del comunionismo ( corriente política basada en el gusto de ir a comuniones de los demás ),y deseando ver su nombre escrito en la enciclopedia Espesa que consultarían sus nietos al acudir al cole, pronuncia aquello de..., está ilegilbe...ehm...vino a decir “ por mis narices invado yo Tuba”, o similar... todo ello adornado, eso sí, por sonido de cornetas militares redondeando un momento solemne.

Un tremendo error, lo de las cornetas no, lo de invadir Tuba, ya que fue prevista para finales de mes, cuando el departamento de defensa andaba esperando a cobrar la nómina. Por ahorrar y por algún que otro inútil, se produjo la maniobra militar más bochornosa de la historia. Se seleccionó un equipo de mercenarios de una subcontrata integrado por el cabo Reinaldo de Moka, que cierto día barrió la pista de aterrizaje del aeropuerto de Habocoloum el solito, los soldados rasos Vicente y Vicente, amigos desde la guardería, el sargento Clintde F. Amobil, gran estratega de salón y un tío político de Nuck Chorris. A todos ellos se unía un arma secreta, un prototipo experimental transportado por el grupo en una caja de pino compostelano.

Armados con fusiles de segunda mano, botas de doble suela, una bomba fétida y un termo de colo cao tomaron el transporte marítimo de las doce rumbo a Tuba. Una vez llegados a Bahía de Gorrinos, procedieron a escribir una postal contando que estaban bien y se la dieron a un buzo que submarineaba por allí. Escondidos bajo unas algas esperaron la caida de la tarde, momento que procedieron a salir de sus escondrijos y encaminarse al palacio presidencial. Quiso la mala suerte que se toparan de narices con la única patrulla que hacía la ronda por el país a bordo de un Benault 4l, y el aguerrido grupo de combatientes hizo lo que mejor se les daba: levantar las manos y rendirse. Todo parecía perdido ( bueno, para ellos, la patrulla Tubana se veía ya con un ascenso ) cuando una extraña melodía hizo que todos, detenidos y detenedores, giraran sus oidos. Glaf Krispull, afamado cantante melódico salía por su propio pie de la caja de madera: hacía su aparición el arma secreta del ejercito norteamericano. Emocionó a propios y a extraños con su melodiosa voz y realizó dos bises, momento que aprovechó el grupo de mercenarios para huir en una bañera fueraborda. Glaf Krispull en la actualidad aún triunfa con su música en las salas de fiestas de la capital Tubana. El grupo de mercenarios fue enviado a vigilar el crecimientos de los cactus del desierto de Narizona.
Y esto es todo lo que podemos contarle sin arriesgarnos a que nos encarcelen y tiren la llave a un retrete mugriento




La instantánea del ruinoso equipo acompañados de Glaf Krispull, junto a otros documentos de saldo.

Redactó el equipo de Conspiranoias de Sótano 71.