sábado, 29 de enero de 2011

VERSIONES, HOMENAJES Y COPIAS EN VIDEO.

MATERIAS DE TOTAL DESINTERÉS BAJO UNA LUPA DE CRISTAL GORDO.

Quizás estén al tanto de las dudosas técnicas comerciales de ciertas productoras y empaquetadoras cinematográficas a la hora de sacar su porción de tarta copiando con descaro, descoco y con ausencia de disimulo el celuloide del prójimo. Pero no mencionaremos aquí su nombre, lo haremos en la siguiente frase. The Vejestorium Films, celebérrima empresa culturoide Turco-Copiota, que con desenfado y escasez de fondos derrama sobre nuestras pantallas producciones fusiladas, en ocasiones con el único cambio de una vocal en el título de la misma. Maestros artesanos de la fotocopia de ideas ajenas, ya de por sí carentes de interés en el peor de los casos. Y en el mejor, ocurrencias desafortunadas.

¡Pero alto!, no queremos hordas furibundas de espectadores con mandos a distancia en llamas dirigiéndose al castillo del mal. En primer lugar porque tienen su productora en un coqueto dúplex. Los creadores de títulos tan poco celebrados como “Iba para Tenerife y acabé de matarife” o su secuela “Matarife de Triana 2: Copla Mortal” no han sido los primeros en llevar a cabo esta dedeznable práctica. Ni los segundos. En los principios de la cinematografía los mismísimos Hermanos Plumier ya fueron expertos en la apropiación indebida de filminas ajenas.

1905. En las carpas del circo Hermanos Molleti se proyecta el fin pionero “A los obreros ya les toca salir de la fábrica” ( Les Operaries et le sortie pour le fabriqué ). Una superproducción con la aparición estelar de Sir Lawrence Polipiel interpretando a Hombre con gorra 6. Recaudó cuarenta chelines de la época, lo que animó a Hernándes y Fernándes Plumier a filmar su desconocido carrete “Obreros dentro de la fábrica”. Plano secuencia de cuarenta minutos en el que destaca un señor pelirrojo que procede a fumar un cigarrito, durante seis minutos, en la primera ventana del segundo piso, si mira usted desde la izquierda.

Fotograma recortado del original con tijera de punta redonda. Le indicamos el fulano pelirrojo. Aunque lleva gorra, deben creernos, ¿ o les mentiríamos a ustedes a estas alturas?
Animados por los relativos beneficios debido al bajo coste, continuaron con títulos como “Mozo recoge el equipaje en el andén”  o “En cuanto quite el pie de la manguera tendremos jocosos resultados acuáticos”. Posteriormente y dado el revuelo formado por la onírica filmografía de George Milú montaron en dos tardes “Viaje de la Luna a la Tierra” ( Voyage dans la Luné oui ici, 1907 o aproximaciones ), donde el astro visita a unos parientes en Ponferradiña la Real y acaba con un corcho de chimpán en el ojo, como pretendido y fallido símbolo del lado oculto de las relaciones humanas y el peligro de emborracharse como un pelícano con tres días libres por delante. Nunca recibieron su merecido merecido. Abandonaron el cine para copiar la patente de las máquinas de tostar maíz, viéndola como verdadero motor de los dineros de los espectáculos filmográfico venidero.

Lo dijo mejor el sin par pintor Nicassio: “Es que es muy difícil inventar. Yo salgo mucho, me fijo bastante en las cosas y cuando me pongo a pintorrear no me acuerdo demasiado bien si estoy inventando o me estoy acordando de lo que he visto”. Quizás la autoría de la frase no fuera suya, si no del flamenco Remblón o del megalítico Miguel Ángelo Picapiedra. Por si las dudas quédesela usted y si le preguntan diga que lo leyó aquí.

Un reportaje de Edelmiro Cuartilla, escrito a mano en libreta reciclada y mecanografiado posteriormente por linotipistas sólo para sus ojos y los del señor que está leyendo sobre su hombro.

3 comentarios:

Rubén D. Caviedes dijo...

La historia del cinema es la historia de la engañifa, el subterfugio y la vendida de humo. Valiente manga de sinvergüenzas, así se lo digo. Y ahora, pues todavía; pero no digamos los de los inicios del cine. Qué gentuza. Porque que me dices que ahora haces la peli con tresdé y sorround y cámaras hiperlentas y piruetas coreografiadas y explosiones que se te va la olla y que además sale Elsa Pataky en singular duelo interpretativo con Nieves Álvarez, pues mire. Pase. Pero, le digo; ¿ha visto usted alguna vez alguna pinícula de un tal Griffin, de esas de hace chorropocientos años? Qué coñazo, mire. Sublime castaña. Y además todo en un color sepia que es que no ve uno three on a donkey, y sin sonido y con los actores que no vea que sobreactuación llevan encima, un horror, a su lado Jorge Sanz es Meryl Streep. Y feos que ni le cuento, los jodidos. A su lado Jorge Sanz es Angelina Jolie. De modo que eso sí que era una estafa pero vamos, the stampinta's cheat. Particularmente no pienso volver al cine a ver una de esa gentuza así me obliguen a tragarme la filmografía completa de Mario Casas.

sangreybesos dijo...

Qué recuerdos me trae usted. Recuerdos malos, quierdo decir. Cómo olvidar, me pregunto yo, aquella maratón dedicada a los Hermanos Plumier en la cinemanteca del pueblo. A mi es que la profundidad dramática de 'Obrero que descubre demasiado tarde que olvidó el bocadillo de chucrut encima de la encimera' me deja frío. Claro que yo soy de esos a los que sólo les gusta una película después de leer una buena crítica y saberme equivocado. Después, claro, no entiendo cosas como el 'Mydog 95'; cuando fui a ver 'Los faltitos' de Clark von Trimmel creí que el operador de cámara sufría un daño en el oído interno.

Mr.Incógnito dijo...

Su aceptación al destape informativo del celuloide nos congratula. Resolvamos su zozobras intelectuales:

El señor de las moscas: Las penículas de hoy, salvo honrosas excepciones, parten de un guión que ha de rellenar el perpetrador encima de las líneas de puntos. Así el respetable no se pierde en vericuetos fílmicos. Otro asunto es el de las películas sepia, con tipos desagradables, andares a cámara rápida, mimo a tutiplen y adaptaciones libres de la épica historica. Porque antes la gente no se preguntaba cosas,y esa buena costumbre la estamos perdiendo.

Sangre y besos: Los fotogramas añejos, proyectados sobre mentes impresionables, acarrean consecuencias. Así en poco tiempo tenemos reservas de directores inspirados. Y así de esa manera surgen del sembrado cinematográfico patatas como el mencionado Trimmel, de visión particular de la unidad dramática, la cinema verité y la madre que se entretuvo en comprarle un cinexin.