SIÉNTASE CONSPIRANÓICO COMO SI NO HUBIESE UN MAÑANA A LA VUELTA DEL DESPERTADOR.
Este medio está dispuesto a cruzar la línea que separa el chafardeo vespertino del auténtico destape. No de ese de ibéricos hirsutos y alemanas jamonas, si venía buscando eso puede volverse por donde ha venido, lascivo. Estamos dispuestos a destapar la identidad de quizás la mayor caterva de conspiradores por metro cuadrado a tiempo completo y por mero hobby, ya saben, es a lo que más tiempo se le echa y no escatima uno en gastos. Quizás sustituyamos a esos dos profesionales del periodismo que destaparon el caso Güatergeit: Simon & Garfunkel, maestros, esta va por ustedes.
Fuentes de horno bien informadas nos comentan a soto vocce el emplazamiento de la próxima reunión trimestral del Club Bullarenguer. Si no fuera por canales alternativos, tendríamos que pasarnos por la sucursal más cercana del citado contubernio y mirar el tablón de anuncios. Ya va haciendo calor, los niños pronto estarán en casa y es un follón para los redactores. Nos fiamos de la palabra de Joe Soplón alias “Tocomocho” y asistimos al almacén del Bingo París. Ataviados con cartones reglamentarios y bolígrafo en el bolsillo pasamos desapercibidos, e incluso amarramos una línea que finalmente recauda una señora con los párpados pintados al estuco veneciano. Con la excusa de vaciar los ceniceros recorremos el amplio almacén y tras unas cajas de Brandy Soberano creemos ver a Alfred Willem Picaflor Jr. Senior, preboste de la importante compañía Embalajes Herederos del Conde de Pedales. Por su lenguaje corporal, su vehemencia y por estar a escasos dos milímetros de su nuca conocemos parte de sus terribles planes en pos del control mundial: cambiar aleatoriamente los pulsadores de los porteros automáticos.
Terrible, no hay otra palabra. Conocemos de sobra este tipo de prácticas. Ensayos de control poblacional por el mero gusto de salir a la calle y divertirse con las desgracias del prójimo. Esta técnica ya fue usada con éxito en el año 1966 coincidiendo con el primer mundial de cinquillo sobre patines de Amsterdam. Fue célebre el caso de August Sinfonier, a quien uno de estos conspiradores colocó junto a su timbre un cartelito de zapatero remendón, afilador y copiador de llaves. Durante meses ejerció como tal, por no decir que no, hasta que fue detenido, juzgado y condenado por el Alto Comisionado de Ferreteros a comprar el periódico dominical durante quince años y un día, con cupones, vajillas y todos los trastos. ¿Un experimento social? ¿Una gamberrada a gran escala? Bien es sabido por vecinas y cotillas en general la malidicencia de estos marionetistas.
No acaban ahí sus andanzas, porque serían unos conspiradores bastante chuscos, usted me lo admitirá. Se les considera culpables de amañar la final del Mundial de 1983 donde Manchuria se impuso en los penaltis ante una absorta selección Finesa, a la que se le había emplazado en otro estadio. Otros tejemanejes les han sido adjudicados: la subida generalizada en las piedras de mechero, el acuerdo secreto para destronar a Paquito Magesa del puesto de Presidente Honorífico de Amigos del Sello en Castrojosa, la desaparición del mercado de los petí suis de piña, las telecomedias familiares y otros horrendos crímenes contra a asepsia moral de los pobladores del hemisferio norte y un par de palmos más.
Ni que decir tiene que, envalentonados, hicimos uso de todo nuestro rigor periodístico, nuestros años de experiencia y nuestra vena reivindicativa y le entrevistamos a careta quitada. Aquí tienen, íntegra, la citada interviú:
Periodista - ¿Usted qué, eh?
Picaflor Jr. Senior – Aquí de palique, ¿le importa dejarme el boli?
Periodista – Hombre claro, quédeselo.
Picaflor Jr. Senior –Gracias caballero.
Impresionante. ¿Rigen estos enloquecidos oligárquicos los destinos de hombres, mujeres, niños, triciclos y batidoras del mundo? ¿Es que nadie va a levantar su voz para desbancar el sistema establecido? ¿Es que a partir de las diez no hay quien coja un autobús de linea regular? Todas estas preguntas quizás puedan responderlas nuestros “yos” del futuro. Que se ocupen ellos.
Carl Berrinchen y Bob Burguá, autores de “¿Es la economía una lotería?” Ediciones Inflamables.
2 comentarios:
Qué bueno, por favor.
No sé qué me gusta más, las fuentes de horno bien informadas, lo de los 2 centímetros, la horrible gamberrada de los porteros automáticos...
Creo que me decanto por la pobre selección finesa, que eso sí, a pesar de estar en otro estadio, solo perdió en los penaltys.
pd. A ver si yo también actualizo la imagen del blog.
La plantilla en barbecho se alegra, en parte, de que se tome a chufla todos estos escarnios aviesos fruto de las horribles mentes del poder en la sombra.
Lo de la actualización del formato mire Vd, resultó tan fácil que incluso nosotros nos animamos sin temer estropicios, bondades de la técnica moderna.
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