viernes, 7 de agosto de 2009

VACACIONES DE REPASO.

ATIENDA A SU ASUETO Y A SUS CONOCIMIENTOS POR EL MISMO PRECIO.

Como es costumbre desde el año pasado dedicamos unas líneas para que usted, lector, conozca de esos parajes de gran interés y que corra presto a una agencia de viajes, congresos y escarceos amorosos y reserve plaza en autocar a gas butano para pasar allí sus vacaciones. Una guía resumida, gratuita, picadita y muy fresquita redactada por el rompechanclas Bernabé Pandemolde.

Puestos al tanto por una prima de buen ver, agarro el coche por las portezuelas y con el vehículo al hombro para ahorrar combustible me dirijo al destino turístico, un enclave natural de alto valor ecoilógico que, según nos cuentan, hasta árboles tiene. La ruta es la siguiente:

  • Parte usted de su casa. Si le digo que parte de la mía la primera parte del viaje es ya un follón padre. Y muy señor mío.
  • Va usted por encima de la Carretera Nacional Intercomarcal veintitantas. No tiene pérdida, una con rayitas como a la mitad.
  • Llegados a kilómetro trescientos quince, dobla a mano derecha de su señora, internándose en un desolado páramo. Acelere y esquive a los salvajes durante treinta agónicos kilómetros.
  • Rodee el quiosco que se encontrará a la salida. Pregunte a un guardia.
  • Siga por la Autoestopista A-99 durante seis centímetros. Ha llegado a su destino.

Ha sido un viaje largo a la par que provechoso para las relaciones paterno-filiales entre este redactor y la funda de bolitas del asiento. Ya saben amigos, el viaje empieza al empezar el viaje, porque si usted espera a que el viaje empiece por el mismo, lo mismo no lo ve empezar y no lo disfruta. Salgo de su vehículo a traición mecánica. Estiro piernas, brazos, parietales y ombligo y contemplo el panorama. El Área de Descanso 17-b ha sido declarada por la UNASCO como “Sitio asfaltado en el que usted puede parar un ratito”. Declaración esta que ha llenado de orgullo a ese gran grupo de personas con pelo que han dedicado tardes enteras a conseguir este fin. Me reuno con una de ellas, Nerbustrata Filipinez, que me hará de guía.

Ella resalta los valores históricos a la par que medioambientales que atesora el lugar en todo lo hondo de su asfaltado. Una señal de Ceda el Paso llama poderosamente nuestra atención. “Es la única señal de estas características formada por un triángulo escaleno” explica henchida de orgullo nuestra guía. Caminamos unos segundos entre una reserva natural de cardos borriqueros asilvestrados y pasando bajo un quitamiedo llegamos a otro punto de indudable interés. “En este bordillo se ató los cordones de las polainas su majestad Anselmo de Moldavia. Cuenta la tradición que durante una guerra en su país se refugió en estos parajes debido a su alergia a las balas”. Le preguntamos si el monarca podía haber respirado aquel mismo aire que inundaba nuestras fosas nasales con aroma de neumático y líquido de batería. Ella asiente y afirma “Dificilmente, podría haber respirado uno muy parecido”. Siento algo muy especial cuando comparto un trozo de historia con una figura histórica de la que nunca había oído hablar y cuyo nombre olvidaré en cuanto me suba al coche...¿era Adolfo de Cracovia...?

La visita llega a su fin. Tantos son sus lugares y su idiosincrasia que no puede recorrerse en solo un minuto, harían falta al menos dos para imbuirse en su historia, pero no tenemos más tiempo. Antes de partir de nuevo, preguntamos a Nerbustrata por algún lugar recomendable para almorzar. “En aquella papelera acaba de tirar un señor un sobao pasiego a medio comer, y parecía limpio. El señor y el bollo, los dos. Si se da usted prisa...” Nunca probé tan exquisita pieza de repostería de una papelera como la que disfruté en el Área de Descanso 17-b, y llevo unos cuanto años de profesión periodística y de rebuscar en la basura para no irme a la cama en blanco. Nos despedimos con la manita de nuestra anfitriona y con cuidado de que no vengan coches, agarramos el propio por los guardabarros y volvemos a casa.

Veredicto: Un lugar para toda la familia debido a su fácil acceso y a su falta de monstruos milenarios. Goza de amplio aparcamiento.
Lo mejor: No tiene techo y se ve el cielo, las nubes y los pajarillos.
Lo peor: Los pajarillos también lo ven a usted y lo usan de diana.

Puntuación: Cuatro estrellas.
Reseñó Bernabé Pandemolde desde un teléfono de emergencia próximo al lugar.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Ay, dios mío, que manera de reirme, así que los pajaritos también lo ven a usted? Eso de avanzar 6 centímetros por la Autoestopista es fundamental, si no, muy posiblemente nos pasemos de la maravillosa y asfaltada area de descanso... que imaginación tienes, ya veo que pasaste unas vacaciones maravillosas..gracias de nuevo por hacerme reir..

loquemeahorro dijo...

Las áreas de descanso... qué bonitos lugares, casi tanto como los restaurantes de gasolinera, con sus bocatas gomosos.

Creo que lo único positivo que voy a poder asociar a esos mefistofélicos inventos, será este post!

Mr.Incógnito dijo...

Les guiamos:

estodevivir: Los seis centímetros son cruciales. De no seguir la medida podría usted pasarse el sitio y llamarnos mentirosos, depositar notitas en nuestro buzón y otros comportamientos infantiloides. Agradecimientos a Bernabé Pandemolde que juntó letras hasta conseguir la parrafada.

loquemeahorro: ¡Y aún más bellas que las áreas de descanso, los maravillosos carriles de desaceleración!¡Y los arcenes cochambrosos! Las carreteras patrias estan llenas de lugares con encanto.

loquemeahorro dijo...

Yo le tengo mucho cariño a las pasarelas para cruzar autopistas, son muy alegres, algunas hasta se mueven con el viento y todo!

Mr.Incógnito dijo...

Oiga, los gustos son libres, pero para una emoción total si le gusta el cimbreo cruce estas vías a lomos de un cable de alta tensión.

Aunque después no diga que fuímos nosotros los que dimos la idea.