jueves, 8 de diciembre de 2005

RESET

¿PUEDE UN INTERRUPTOR ALTERAR LA REALIDAD? SI QUIERE ENTERARSE, SIGA LEYENDO.

Indalencio Guadalarú. Un señor de esos que hacen recados a su señora esposa. Un señor de esos que permanece impertérrito ante la tragaperras de su bar predilecto esperando la llegada de tres cerezas que le financien el paquete de tabaco, un tipo que carece de particularidades dignas de resaltar. Hasta ayer a las cuatro de la tarde. Este organismo con orejas, de vida sepia tirando a gris, puede haber realizado el descubrimiento del siglo. En el portal de la finca en la que se ubica su domicilio este bípedo ha encontrado un misterioso botón de reset. Muchas preguntas se nos plantean a raiz del descubrimiento: ¿tiene utilidad el citado botón?, ¿no será un audaz intento de engaño?, ¿veremos este año a los reyes magos en el salón de casa?. Pasamos al particular relato de los hechos.

Según ha declarado este caballero, se encontraba el día de los sucesos en el portal de casa, esperando a su señora que venía de la compra y que tenía las llaves en el monedero. Distraidamente rascaba el yeso de las paredes con la uña de despellejar el salchichón para hacer tiempo. Empezó a despegar una pegatina de “cerrajeros 24 horas de mucha urgencia” de considerable tamaño. Tras varios infructuosos tirones y un intento de disimular sus acciones ante el paso de una señora con perro que lo miró de arriba abajo, consiguió arrancar el citado anuncio. Una mezcla de satisfacción personal por conseguir el ansiado objetivo y cierta tristeza porque se tenía que buscar otro entretenimiento lo invadió. Sin encambio, de manera repentina se maravilló ante su descubrimiento. Una placa de timbre color hueso, de las que hicieron furor en los 60, con tornillos de roscachapa oxidados y con una “R” grabada apareció ante sus atónitos y legañosos ojos. No sabiendo a ciencia cierta su utilidad y reaccionando como un homínido normal y corriente, procedió a apretarlo con su dedo índice. Todo se oscureció y en sus propias palabras “todo se vino para acá y se fue para allás”, tras ello se oyó un debil “bip” proveniente de algún lugar.

Indalencio esperaba a su mujer que vieniera de la compra, puesto que llevaba las llaves de casa en el monedero. Se aburría como una mona del trópico y rascaba la pintura sin un fin en concreto. Cambiando de objetivo, empezó a despegar un cartel de cerrajeros, no sin sentir una sensación de “esto ya lo he hecho yo antes”. Una señora con perro pequeño lo mira raro y tras eso encuentra un botón con una “R” y lo pulsa. Fundido a negro.

Indalencio está en el portal de casa. Su señora no llega, rasca pintura, detiene su cerebro en el arcén y nota que algo pasa. Tantea la pared y encuentra un botón, una pequeña voz en su cabeza le recomienda que no lo pulse.

Quince veces después, relaciona conceptos y llega a la conclusión de que aquello es un extaño mecanismo, que “resetea” la realidad hasta unos segundos antes. Hace partícipe de su descubrimiento a los corresponsales del periódico gratuito de la asociación de vecinos del barrio, los cuales, no terminan de creérselo hasta que pulsan hacen uso del botón. Indalencio, de pie en el portal, maldice a alguien de un futuro cercano.

Recibimos la llamada de este hombre. Está francamente desesperado. El pulsador parece tener un lado oscuro. Ya no es necesario que el mismo lo pulse, si cualquier repartidor de publicidad comercial de estos que plantan la palma de la mano en el portero electrónico le da por pulsarlo, Indalencio, esté donde esté , vuelve a momentos antes del descubrimiento del susodicho y condenado botón. Llevamos contabilizadas cuatrocientas quince llamadas de este hombre pidiéndonos que hagamos algo. Ya le tenemos dicho que nosotros podemos publicar su caso, a ver si alguien tiene una solución o una idea tenaz, pero que poca ayuda más podemos brindarle. Comprendemos la congoja de este buen hombre, pero ya le estamos cogiendo un poquito de asco.

Si alguien tiene previsto en breve visitar la calle Doctor Merenguez de la bonita ciudad de Torrecorchos, que nos haga el favor de cogerlo por las solapas, apartarlo del portal de casa y volver a tapar el condenado botón, ya que parece que a este señor no se le ha pasado por el cerebelo realizar esta sencilla acción. Él se lo agradecerá y nosotros todavía más, puede creernos.

Comunicó sus pensamientos de las cosas que pasan Matilde Tristrás.



Instantánea del condenado botón, una extraña mezcla de tecnología arcaica y magia de la que da canguelo

11 comentarios:

Guillermo dijo...

Curioso curioso, como el día de la marmota, a ver si resulta que Bill Murray le estaba dando a un botón y no se daba cuenta. Hay que leerse siempre el manual de instrucciones antes de tocar cualquier botón, y claro luego hay quejas.

Villaykorte dijo...

Tengo la sensación de que he leído este post un millón de veces ¿será por el interruptor?

Mr.Incógnito dijo...
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Mr.Incógnito dijo...

Lo malo del asunto es que las instrucciones del cacharro probablemente se perdieron en alguna mudanza.

Y si tiene esa impresión al leer la historia, imagine nosotros, que día si dia también recibimos las llamadas de este señor, a nosotros también nos parecen un millón ( probablemente sean menos la verdad ).

Antonio Martínez Ron dijo...

Muy bueno sí señor.

Wally Week dijo...

Estaba escuchando un CD y por un momento me he creído víctima del misterioso interruptor. Luego he recordado que estaba escuchando "The Best of Tubular Bells" y que la sensación de repetición continua es inherente al disco.

Mr.Incógnito dijo...

En primer lugar, gracias por las felicitaciones. En segundo lugar, conocemos perfectamente el caso, uno de nuestros redactores tenía el primer disco grabado en cinta de cassete...y sí, se repetía bastante.

jota dijo...

Pues a mi, el reset, me ha pillado justo despues de una colleja de la jefa.

Y ya lleva como cuatrocientas seguidas.

Empiezo a notar ligeras molestias en el cuello...

Mr.Incógnito dijo...

Eso si que es mala suerte. Claro, que imagine que el reset le pilla antes de comer una fabada, podría ser peor.

Anónimo dijo...

Cuando yo era pequeño tenia verdadera obsesión por los botones e interruptores...suerte que ninguno era de esta indole...

Mr.Incógnito dijo...

Pero...¿está seguro de ello?

Vale, esto sería un claro ejemplo de esos programas como más allá del límite o dimensión desconocida.