RECUERDOS EN MUTE.
Conchinchina
Weekend-only Associated Journalists.-
¿Se encuentra usted en pleno episodio remember? Cuidado,
porque a partir del próximo dos de enero al mediodía podría estar incurriendo
en un delito de apropiación indebida de sintonías ajenas y ni siquiera unos
pucheros con ojos brillantes conseguirían librarle de las mohosas paredes de
una penitenciaría desértica. Es en esa fecha cuando caducan los derechos del
reconocible sonido de arpas que acompaña a la distorsión acuática que precede a
un flashback.
El pliego de derechos adquiridos fue firmado al final de la
década de los años 20 en plena ebullición del celuloide con charanga incluida.
Desde entonces y por un precio ridículo que solo unos chalados acérrimos de la
legalidad abonaban anualmente todos hemos podido percatarnos de cuando nuestro
interlocutor entra en trance, imita con los ojos dos bolas de ping pong y se
abandona a la recreación de tiempos mejores, pertinentemente aliñados,
maquillados y montados conforme a esa sensación de que, en tiempos pretéritos,
cada quisque estuvo en lo cierto.
Románticos evocadores, viejos guerrilleros sentados en un
bar africano en blanco y negro y demás amantes del rewind cerebral se ven
obligados ahora a adoptar un nuevo jingle que preceda a los recuerdos. Los más
pragmáticos se están inclinando por arrearle dos patadas a una cacerola y
esperar con las mangas remangadas que venga un listo que quiera cobrar derechos
por el estruendo. Una corriente instrumentalista opta por retocar la partitura
al arpa, creando una que recuerde vagamente los compases clásicos, pero
incorporando algún requiebro tonal que consiga un “sí, casi, pero no” y con
ello se pueda capear el monolítico derecho. Por último pero no por ello con más
aceptación en la comunidad, algunos apuestan por llevar a cuestas un sintetizador
con sintonías pregrabadas, tales como palmadas mecánicas propias de
techno-zarzuela o campanas tubulares, con la que dar variedad al momento.
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