EL REY DE PRUSIA A DOS PASOS DEL PARO.
Aún siendo mandatario de alto nivel, Heimrich Bigotem II no ha podido librarse de variados comentarios sobre su persona en los últimos tiempos. Sus presuntos líos amorosos en la corte, su falta de tacto en la política internacional y su peluquín con la raya en medio han sido tratados con artículos a doble espacio e ilustrados de bonitas estampas en diversas publicaciones. Quizás por esto, o porque la justicia en Prusia ha perdido una bolsa de tornillos de rosca, el soberano está atravesando unos momentos de angustia que podrían forzarlo a colgar la corona. Simbólicamente, puesto que la perdió años atrás en una timba de tute. Tute prusiano eso sí.
El pasado martes fue sorprendido en pleno ejercicio de automagnicidio, armado con un cortauñas del 7 con el que pretendía acabar con su mandato cortando por lo sano. Su intento de explicar que se estaba realizando la manicura no convencieron a los presentes, acostumbrados a tener que hacérselo todo. Desde entonces habita en los calabozos de su propio palacio, a espera de juicio. Más receptivo al no tener que hacer nada en todo el día, en realidad, como siempre, nos presta unas palabras, con la condición que las devolvamos después.
-Ante todo, buenas tardes Majestad.
-Llámeme Excelencia.
-¿Sorprendido por lo ocurrido?
-Ciertamente. Me ha pillado a contrapelo.
-¿Cómo tuvieron lugar los hechos?
-Verá joven súbdito. Asistí ese mismo día a la celebración de los 100 metros de ingestión de Tarta en el Polideportivo Häusburguem Haffen Soldem Sput Sput
-Largo nombre.
-No, es que ando acatarrado, tanta humedad de calabaza.
-Calabozo.
-Eso quería decir, presión. A la vuelta, en mi coche oficial, pregunté a mi secretario por la longitud de mis uñas.
-¿Qué le contestó?
-Que efectivamente estaban largas. No podía tomar una decisión de tal envergadura yo solo. En cuanto llegué pedí uno de esos malditos cacharros y junto a la ventana iba a darles un retoque cuando me sorprendieron las fuerzas.
-¿Del orden?
-No no, las fuerzas de las condenadas uñas, tantos años sin tocarlas ya se sabe. Total, haciendo palanca pude empezar, pero con los gritos del esfuerzo se presentaron las otras fuerzas. Y aquí me ve.
-Entonces, descarta usted la idea de quitarse la vida.
-Si no me atrevo a echar azúcar al café sin preguntar hombre de Dios, ¿cómo iba yo...?
-Cuéntenos la experiencia en prisión.
-Pues aquí fatal ya me ve. Me han sentado en un banquito y me han metido sólo la mano entre los barrotes de una celda. Al cortauñas llevan días interrogándolo con palizas indiscriminadas.
-¿Ve próxima su salida?
-No se lo diga a nadie, pero la mano se me cuela por la puerta. Yo de salir, pues cuando quiera, ¡pero no me atrevo sin preguntar!.
-Por último, ¿qué piensa que es lo peor de todo esto?
-Me dejé la uña a medio cortar y se me engancha en todo. Tengo el manto de armiño lleno de hilachos.
-¿Va usted a estas altura con armiño?
-¡Toma!, que soy rey, ¿no querrá usted que vaya en chándal?. ¿Puedo deportarlo?
-Ehm...¿no?
-De buena gana lo hacía.
Informó Matías Cuelligorden, que al haber conocido un rey está inaguantable, “¡que tengo trato con la casa real de Prusia!, ¡invitadme a café!” dice...tampoco es que haya sido un tipo amable nunca, pero ahora pasa de castaño oscur...ehm...perdón...Desde Prusia con Amor.
2 comentarios:
Muy buen blog, tiene mucho ingenio, mis mejores deseos.
Seguire pasando
Gracias por el recado.
Sin duda seguiremos en contacto.
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