Resumen de lo publicado. En la anterior entrega, el profesor Filomeno, Naturólogo y entusiasta del paté de caballa bizca se interna en el jardín de su urbanización para descubrir secretos y verdades de la cochinilla autotocnoanos...autootoocno...la cochinilla de aquí al lado. Le seguimos con atención armados con un cortauñas para apartar los matojos del camino.
-Estamos tras una fuente de pitorro, agazapados, a la espera de la aparición inminente de la cochinilla. Buenos días doctor-profesor, un gran momento...
-Por ejemplo, la comunión de mi chiquillo, y el convite, ¡eso eran profiteroles!
-No, me refiero a la tensa espera, ¡qué gran momento en la vida de un investigador de los animales¡
-Vaya que sí, vaya que sí. Aquí, a lo menos a veinte metros de casa, sin saber si mañana nos lloverá o vendrá un niño mal encarado y nos pegará un balonazo...yo...perdone que me emocione con lágrimas y todo...¡esta vida es muy dura!...snif
Reconfortamos con un achuchón a nuestro naturólogo favorito y seguimos para bingo. A su vez, repetimos el esquema de interrupción jocosa, que tanto divierte a chicos y mayores. Y mayoras.
-En territorio hostil esperamos la aparición del animal u cosa objeto del estudio...profesor...
-¡Calle calle insensato, ahí vienen, son dos y vienen hablando de sus cosas!
-Eso son dos señoras que vienen de la compra.
-Ah, pues entonces ¡allí, allí esta la cochinilla!
-La cochinilla mira a un lado y otro, se señala a sí misma y con los ojillos pregunta, ¿quién, yo?. ¡Ay profesor, qué emosión tan enorme!. Se me ruborizan las pestañas.
-Es normal, recuerdo cuando perseguía envoltorios de pastelillos mecidos por el viento en el patio de la guardería la semana pasada. Es lo que tiene el estudio y la exploración. La emoción, la emoción es muy grande. Y emocionada. ¡Deme un abrazo, que está usted hecho un explorador de toma pan y moja!.
Resultará harto dificultoso para el ojo no entrenado descubrir la ubicación del profesor Filomeno y nuestro reportero camuflados de gaiteros con bigote entre la maleza.
-Señor Filomeno, ¿qué va a estudiar de la cochinilla?
-Relizaremos una prueba empírica. Ante dos muestras de alimento, sean puré de paella y una miga de pan, a ver lo que elige.
-Está dubitativa...¿le ayudamos a elegir?
-No no no, un investigador debe permanecer al margen del objeto del estudio.
-Ajam. O sea, que no puedo yo intervenir.
-En absoluto, debemos esperar su reacción sin intervención humana.
-Se lo digo porque la citada cochinilla acaba de robarle la cartera y ha entrado en ese restaurante de aspecto carísimo, de camarero de delantal negro, no le digo más.
-Bien, apunto en mi cuaderno de campo: una cochinilla de jardín tiende a ser más lista que servidor y un señor periodista...¿puedo poner que es amigo mio?
-Hombre claro, faltaría más.
-Hala, listo. Y ahora nos vamos a la tienda de mascotas de aquí abajo a grabar a los perrillous.
Chantata chantan chan tata chantata chan ta tachan....Quería ser la sintonía de Nasional Geografí, pero como se la sabrán ustedes de sobra, nos hacen el favor de tararearla al final del reportaje.