Usted, sufrido lector, en alguna ocasión se ha visto a sí mismo, como de lejos y con lente de ojo de pez, salir de la entidad bancaria de su barrio, con el entrecejo pegado al labio superior y refunfuñando en prusiano cerrado. Señora, usted, poseedora de una cuenta de “Timo Ahorro con Chorreras” se pregunta con inquietud, mientras deja caer su peso sobre una y otra zapatilla, alternativamente “¿qué jerigonza maldita es esta de mi libreta de ahorros?”. Seguro, están convencidos de que los bancos se aprovechan de sus monedas legalmente ganadas con el sudor de su frente, o en el bingo de la esquina, y cree que se la rapiñan sin motivo, escudándose en el concepto “Mantenimiento de Cuenta”. Se equivocan, panda de mal pensados, ¡masones!, ¡holgazanes!
(un descanso para que nuestro redactor tenga a bien tomarse su pastillita morada).
El director de las Cajas de Ahorros Confabuladas nos acompaña de la manita a su despacho. Allí, entre cuadros de payasos tristes y arlequines, nos cuenta sobre su pasión por el scalestrix. Preguntado por el tema en cuestión, asegura “la gente está muy equivocada, piensa que nos apoderamos de su dinero sin motivo. ¡La ignorancia es tan atrevida!” ( recalca ese “tan” efectuando aspavientos manuales ) “las cuentas son muy delicadas, requieren cuidados, mimos, estar pendientes de ellas...Es por eso que, ese dinero, para colmo, escaso, paga esas necesidades básicas”. Sonriendo de medio lado, servidor se atreve a afirmar “¡pero si son sólo libretas de papel”, a lo que él se apresura a tapar las orejas de una libreta de ahorros sobre su mesa, mandándome callar “¡Delante de ellas no las llame así, señor mío!”.
Tras regalarle una revisión gratuita de escobillas para su flota completa de cochecitos de carreras, accede a acompañarme al Campamento Santa María del Desfalco para el Descanso de la Cuenta Corriente, a trescientos metros del último estanco de la nacional veintisiete. Asistimos, con gran congoja por mi parte, así como arrepentimiento repentino, a la paz en la que viven las pequeñas cuentecitas, nada corrientes por otro lado. Allí se relacionan entre ellas, juegan a pillar, cuentan historias de números rojos a la luz de una linterna ( no se les permite acercarse a una fogata ) y miran a este pobre redactor con sus tiernos ojitos.
Sor Salustiana del Ingreso se queja amargamente, de la situación del campamento: “Cada vez que alguien cancela una cuenta por su enfado con la cuota de mantenimiento, una de estas libretitas, tiernas, soñadoras, inocentes en definitiva, debe quedarse en su caja de ahorros triste, en un cajón...Es poco dinero, si se compara con el bienestar de estas cuentas”.
Cuando uno de esos Cajeros Neumáticos se niegue a darle ese dinero que usted considera suyo,no se acuerde de los familiares del dueño y/o técnico del cajero, tenga en su pensamiento a las pequeñas cuentecitas corrientes, ¿no le dan pena, so monstruo?
Arrepentido, lloro desconsolado agarrado al hábito de la buena hermana. Decido donar todos los bienes que llevo a cuestas en ese momento para el sostenimiento de esta buena causa...¡deberían ver la alegría en sus hojitas!. Al salir, una cuentecita muy pequeña, de apenas catorce euros, me tira del pantalón y con voz dulce me dice “zeñor, ¿me haze un ingrezo?”, yo, que no puedo negarme, beso tiernamente su banda magnética y le doy mi ropa, quedándome en camiseta imperio, calzoncillo casto y un mocasín. Medio desnudo y cayendo la tarde, satisfecho por mi aportación al bienestar de las cuentas corrientes vuelvo a casa a la pata coja.
Una crónica económico-sensiblera de Luis Retortijón, Licenciado en Estupidología.
5 comentarios:
Me gusta tu blog. Me haces reír. Ahondaré más en la segunda planta y en el videodrome. Si te parece te añado a mi blogroll. Saludos.
Señor jugador 1:
Su tierna imagen nos retrotrae a tiempos de juegos reunidos geyper, nos alegra que nuestras informaciones les sean de interés, aunque no llegamos a comprender lo que nos menciona de la risa, ¿nuestra rabiosa actualidad le produce hilaridad?, señor mío, qué extraño.
Dos saludos.-
Comprendan, es una risa histérica
Qué divertidos sois, y que abondonados/as os tengo. Besos
Repartiremos sus besos en redacción. No desesperen, andamos por aquí, atareados buscando trabajo para un sobrino, pero volvemos en breve, o en breva.
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