Quizás estén al tanto de las dudosas técnicas comerciales de ciertas productoras y empaquetadoras cinematográficas a la hora de sacar su porción de tarta copiando con descaro, descoco y con ausencia de disimulo el celuloide del prójimo. Pero no mencionaremos aquí su nombre, lo haremos en la siguiente frase. The Vejestorium Films, celebérrima empresa culturoide Turco-Copiota, que con desenfado y escasez de fondos derrama sobre nuestras pantallas producciones fusiladas, en ocasiones con el único cambio de una vocal en el título de la misma. Maestros artesanos de la fotocopia de ideas ajenas, ya de por sí carentes de interés en el peor de los casos. Y en el mejor, ocurrencias desafortunadas.
¡Pero alto!, no queremos hordas furibundas de espectadores con mandos a distancia en llamas dirigiéndose al castillo del mal. En primer lugar porque tienen su productora en un coqueto dúplex. Los creadores de títulos tan poco celebrados como “Iba para Tenerife y acabé de matarife” o su secuela “Matarife de Triana 2: Copla Mortal” no han sido los primeros en llevar a cabo esta dedeznable práctica. Ni los segundos. En los principios de la cinematografía los mismísimos Hermanos Plumier ya fueron expertos en la apropiación indebida de filminas ajenas.
1905. En las carpas del circo Hermanos Molleti se proyecta el fin pionero “A los obreros ya les toca salir de la fábrica” ( Les Operaries et le sortie pour le fabriqué ). Una superproducción con la aparición estelar de Sir Lawrence Polipiel interpretando a Hombre con gorra 6. Recaudó cuarenta chelines de la época, lo que animó a Hernándes y Fernándes Plumier a filmar su desconocido carrete “Obreros dentro de la fábrica”. Plano secuencia de cuarenta minutos en el que destaca un señor pelirrojo que procede a fumar un cigarrito, durante seis minutos, en la primera ventana del segundo piso, si mira usted desde la izquierda.
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Fotograma recortado del original con tijera de punta redonda. Le indicamos el fulano pelirrojo. Aunque lleva gorra, deben creernos, ¿ o les mentiríamos a ustedes a estas alturas? |
Animados por los relativos beneficios debido al bajo coste, continuaron con títulos como “Mozo recoge el equipaje en el andén” o “En cuanto quite el pie de la manguera tendremos jocosos resultados acuáticos”. Posteriormente y dado el revuelo formado por la onírica filmografía de George Milú montaron en dos tardes “Viaje de la Luna a la Tierra” ( Voyage dans la Luné oui ici, 1907 o aproximaciones ), donde el astro visita a unos parientes en Ponferradiña la Real y acaba con un corcho de chimpán en el ojo, como pretendido y fallido símbolo del lado oculto de las relaciones humanas y el peligro de emborracharse como un pelícano con tres días libres por delante. Nunca recibieron su merecido merecido. Abandonaron el cine para copiar la patente de las máquinas de tostar maíz, viéndola como verdadero motor de los dineros de los espectáculos filmográfico venidero.
Lo dijo mejor el sin par pintor Nicassio: “Es que es muy difícil inventar. Yo salgo mucho, me fijo bastante en las cosas y cuando me pongo a pintorrear no me acuerdo demasiado bien si estoy inventando o me estoy acordando de lo que he visto”. Quizás la autoría de la frase no fuera suya, si no del flamenco Remblón o del megalítico Miguel Ángelo Picapiedra. Por si las dudas quédesela usted y si le preguntan diga que lo leyó aquí.
Un reportaje de Edelmiro Cuartilla, escrito a mano en libreta reciclada y mecanografiado posteriormente por linotipistas sólo para sus ojos y los del señor que está leyendo sobre su hombro.