La perseverante y rechinante crichis, esa que ¡vaya a saber usted por qué se ha liado! pasa factura con tickets a todos. A todos. Y usted, sólo preocupado de las catorce agencias de cobro a morosos que le siguen, las llamadas intempestivas de compañías teleagónicas, el rojo carmesí de la cuenta bancaria y la cara de acelga hervida de su funcionario de desempleo de desconfianza. Pues sepa usted, egoísta, que a todos nos preocupa la situación. Y los más altos próceres púberes pátrios han puesto sus delicadas manos a la obra. La obra en este caso es un recurso estilístico, no se vayan a pensar.
La señorita Mimichuchi Culitripi ha inaugurado con tijera de doble hoja de oropel e incrustaciones de cristal de culo de botella el acto benéfico dedicado a los más desfavorecidos. “La falta de dinero en los hogares ha tenido una víctima clara. Los más indefensos, aquellos que no pueden alzar la voz en petición de comida.” Declaraciones lanzadas al aire, acondicionado, con gran profusión de vocales densas y sílabas fricadas, aplaudidas por los presentes y refrendadas por los camareros, palmeándose el cogote sin soltar las bandejas de “crudités”. Para esos pobres desafortunados, esos objetivos del llanto a pleno pulmón, se ha organizado el primer certamen ”Tiro al Pobre benéfico en beneficio de la Casa del Plato”.
Los platos, acostumbrados a contener alimentos de calidad, ahora deben conformarse con refritos de grandes superficies, carne embutida y tubérculos chamuscados. Todo ello con el sufrimiento añadido de verse ensuciados con salsa de tomate “ketchup”, tan en boga entre las clases más desfavorecidas. “Alguien tenía que defender a las vajillas. Vajillas finas dedicadas a la comida más espantosa. Mi grupo de amistades y yo mesma nos hemos propuesto que el menaje del hogar sea tratado con corrección y respeto”.
El acontecimiento social tuvo lugar en la finca Los Palomos Torraos, preciosísima finca a las afueras de...¡ah, es fútil indicarle el emplazamiento, usted no podrá ir!. Créanme, un terreno a todo confort con grandes vistas, roperos empotrados y sirvientes cabizbajos. Los pobres seleccionados fueron recibidos con un desayuno en el que no faltaron café de garrafón, sucedáneos de galletas Manuela y las prisas propias de la organización. Incluso alguno se guardó parte de la cuchipanda en los bolsillos ante el bochorno de los presentes. Distribuidas escopetas deportivas, que no de matar, a los participantes dió comienzo la competición. La representación del Club Supernaútico la Barrabasada fue la nota destacada de la mañana, consiguiendo arrinconar a cinco presas. Las Señoritas Casaderas del Renombrón posaron estupendamente portando las armas, declinando realizar disparos temiendo que se registrara algún tipo de daño en sus manicuras. Como lo importante era participar y ayudar a las Vajillas desfavorecidas no hubo ganadores, sólo un gran ambiente de cordialidad y mucha gente maja. En principio no se registraron heridos entre los pobretones, pero sí algún fugado, obnubilado sin duda ante el boato de la finca, al que encontraron abrazado a la taza dorada del inodoro negándose a volver a su choza.

diferir en gran medida con la realidad. O no tanto.
Una gran mañana de la que esta redactora tuvo que huir de manera apresurada. Alguien creyó adivinar por mis rasgos la pertenencia a una clase social de las más bajas. Mi pertenencia a Sótano 71 no ayudó a esclarecer este punto. Aunque les mostré fotografías de carnet de mi yate de cuatro centímetros de eslora, preferí no dilatar mi visita y volví a la redacción acompañada por las salvas efectuadas por los asistentes. Pese a todo, una jornada encantadora.
María Angustias Sonajero les trajo esta crónica, que ojalá pudieran ustedes verla, con esos cincuenta euros de peluquería y su mano apoyada en la barbilla en plan interesante.