1969. Tres mamíferos bípedos o humanos llegan a nuestro satélite. Un astronauta desciende por la escalinata del módulo lunar con cuidado de no pisarse los cordones. La humanidad contiene la respiración ( a un señor de Houston se le pusieron las orejas coloradas del esfuerzo ) y es pronunciada aquella mítica frase “me aprieta un poquito el casco”, pequeño chiste que no hizo mucha gracia al control de tierra, que acabó cambiándola por otra mucho más sosa. Mucho tiempo ha transcurrido, la ausencia de playas o parques temáticos han frenado el mercado del turismo lunar, y ya a casi nadie le apetece dar una vuelta por allí. Pero eso puede cambiar pronto, puesto que un grupo de valerosos paisanos, financiados por sus propios bolsillos pretende enviar una nave al satélite. Hemos estado charlando animosamente con este grupo de personas, y esto es lo que nos han explicado con mucho esfuerzo por sus partes.
-¿Cómo se les ocurrió tamaña gesta?
-Verá usted, estábamos viendo el televisor de tres pulgadas y media de casa acompañados por unas cervezas de la segunda marca más barata. Veíamos una película de estas de astronautas que van a sitios, alguien dijo “a que no hay narices de ir a la luna” y así nos lo propusimos.
-Bien es sabido que es la fórmula por la cual un compatriota de pro hace las cosas, ¿seguro que dijo “narices”?
-No, se refirió a otras partes pudendas, pero estamos en horario infantil y no podemos usar vocabulario soez.
-¿Cúal es el plan de actuación?
-Viajaremos tres personas, servidor, mi compañero Obdulio Tragaldabas que una vez viajó en avion y tiene experiencia en estas cosas y un vecino. Obdulio y yo mismo bajaremos a la superficie lunar y mi vecino dará vueltas con el módulo espacial si no encontráramos sitio para aparcar.
-¿Cuánto llevan confeccionando y ensayando el plan?
-Un par de tardes, aprovechando que el bingo de la esquina está en obras.
-Se comenta en portería que ustedes mismos han diseñado y construido el vehículo lunar.
-Sí, una tarde llamamos a la Nasal, por si nos prestaban uno de los suyos. No nos dijeron que no...bueno, no dijeron nada porque colgaron directamente. Esperamos tres meses en el portal del edificio por si venía el cartero con el cohete. En vista de que no, pues hicimos nosotros el nuestro. Ya vendrán pidiéndolo, ya.
-¿Cómo es?
-No es porque lo hayamos hecho nosotros, pero es precioso, blanco con una raya transversal roja, monísimo.
-Sí, pero ¿qué han usado?, ¿con qué tecnología actúa?
-Bien, en realidad es un Tizroen dos caballos de un cuñado de mi señora, le hemos dado una manita de pintura, lo hemos ampliado un poquito con chapas de uralita, hemos puesto un par de literas, un baño, un neceser con su espejito, como suele decirse, a tutiplén.
-¿Qué usarán como combustible?
-Un par de bombonas de gas zutano, y llevamos una pequeñita de camping gas de reserva. Si vemos que necesitamos más, ya compraremos por el camino.
-Por último, ¿cuándo será el esperado lanzamiento?
-Pues una noche de estas, en cuanto la luna esté entera. Imagine que vamos en cuarto menguante y nos pasamos el planeta de largo.
-No me queda más que desearles suerte en su hazaña y que no pillen ustedes caravanas en la autovía de salida.
-Eso esperamos. Gracias por el interés...y se aceptan donativos, que como no nos prestan bandera tenemos que comprar una sombrilla de playa de roja y gualda para plantarla allí arriba.
-Sí sí, uy, piiiiip, que esto se corta, adiós adiós.
-Otro con el mismo cuento.
Entrevistó Ernesto Enpijama.

El valeroso cosmonauta posa rebosante de orgullo ante el módulo de control de la misión.