6 de junio de 1966. Confabulaciones demoníacas se arremolinan en torno a la Factoría de Chapa, Pintura y Ensamblaje de la bonita localidad de Arzigüelles de la Cococha. El ritmo de producción de los vehículos de la marca Teat es constante, el ciudadano de a pies tiene un vecino con un Teat 600 y como es natural, a él también le apetece adquirir uno, para llevar a la señora esposa, a la señora suegra y a la señora vecina del tercero a dar un garbeo. Pero ese día los ensambladores de piezas diplomados están más nerviosos que de costumbre. La fatalidad, el destino o la mano del memonio ha querido que esa misma fecha, el 6/6/66, a las seis de la tarde ( bueno, siete menos cuarto, pero así la leyenda da más canguelo ) salga de la cadena de producción el que hace número 66 del modelo Teat 600 D. Tal es su superstición que deciden no rematar ese vehículo en cuestión. Los hay que cuentan que esa misma noche el demonio en cuerpo y azufre se presentó a terminar el vil vehículo. Otros dicen que lo hizo un asistente de Satanás a tiempo parcial. Vaya usted a saber.
A partir de ahí comienza su siniestra leyenda negra. Muchas son las fuentes de información, más de uno ha dicho haberlo visto e incluso alguno de los entrevistados vía telefónica no tenían ni idea de lo que le estábamos hablando. Explicaremos las vivencias más acongojantes que hemos podido recoger. Algunas producirán tanto pánico en su bulbo raquídeo que se verá obligado a apagar el monitor. Avisado queda.
1966. Julio. Hortensio Correveydile, primer propietario del vehículo se lleva a su mujer a un romático picnic a diez minutos de distancia de casa. A la sombra del fatídico vehículo, comienza la merendola en la que todo está destinado a fracasar: el pan está rancio, el vino aguado, y la paella está aderezada con azucar en vez de sal. Es tanto el horror ante tal cuchipanda que la pareja está a punto de divorciarse ( lo dejan pasar porque el divorcio no estaba todavía patentado ). El pobre Hortensio se deshace del coche y se queda más tranquilo.
1967. Nicanor Picaporte adquiere el fatídico vehículo ( es que me ha gustado la expresión, a lo mejor la repito más ). Tras la compra, va a hacerle la rosca u pelota a su jefe de departamento invitándolo a dar una vueltecita. Desconocemos lo que pasó en su corto viaje, pero tres días después Nicanor se fue al paro. También es verdad que nunca dio golpe y a lo mejor lo despidieron por eso...pero la maldición es la maldición.
1970. Juan de los Agustines se hace con el coche de tercera mano ( sin contar la del diablo ) para transportar al equipo de baloncesto de la parroquia San Ferdinando de Botones a los partidos de la Liga de Baloncesto de Quinta Municipal Preferente. Perdieron casi todos los partidos y se le quitaron las ganas de seguir practicando este estupendo deporte. Terrible.
1979. Tras años de abandono en un triste almacén, con la única compañía de una caja de bombillas vacía, el espíritu interno del 600 se hico más fuerte y más amargado. Antonio Trasiego, que quiere conservar el anonimato y por eso lo guarda en un frasco con alcohol encuentra el coche y se lo queda. Lo usa para ir de fiesta por las discotecas de la comarca. No ligó nunca. Es cierto que su olor corporal recordaba a cierta prenda que se usa en los pies, pero repetimos que la leyenda maligna es lo que tiene.
Desde entonces se desconoce su ubicación. Dicen haberlo visto pasando por delante de alguna venta en una carretera comarcal perdida, otros dicen haber visto sus focos en la espesura de los bosques ( afirmación falsa porque es sabido que en este país ya no quedan dos árboles juntos ). Comentan con temor que el sonido de su motor se oye en la noche...la gente tiene mucho tiempo libre y pocas ganas de dormir.
Informó Fermín Redicho, experto ( suponemos ) en estas cosas.

Así ve nuestro artista, por darle un cargo, el misterioso vehículo.