Presentada por Charlie Brownson. ( cualquiera le decía que no )
Hola compatriotas. Quizás no me recuerden de otros cursos pedagógicos como “Te explicaré porqué no vas a colarte en la fila de la caja del super, hippie” o “Dispara hoy, pregunta mañana”. Sótano 71, que podrá ser imputada por infinidad de cargos, pero nunca por tendencias comunistas, me pide de rodillas que les eduque, ciudadanos, para llegar a ser un justiciero urbano dispuesto a descerrajar un tiro a la primera pregunta incómoda. Por eso, si tienen alguna duda, pregunten a sus mamás. Comenzamos.
La llamada del justiciero vengador viene de algún suceso incómodo, algún peligro vivido en el propio mostacho por un ciudadano decente. Un crimen espantoso como, por ejemplo, un caco que se atreve a dejarle a usted en ridículo delante de su perro.
Ante esa afrenta, hay quien huye a casa y se esconde bajo la mesita de noche. Otros decidimos pasar a la acción y limpiar las calles de escoria a golpe de percutor. Los justicieros también podemos expresarnos con estilo, diantres. Sigamos antes de que me emocione. No debe intentar ser justiciero urbano sin asesoramiento. Es cuando vienen los accidentes.
Tras consultar este manual y las instrucciones de los amables señores fabricantes de su arma para la defensa personal, usted tendrá un conocimiento absoluto de su herramienta de trabajo. Los oficinistas conocen el bolígrafo y la máquina de escribir. El fontanero la llave inglesa y el decir “vaya chapuza que le han hecho”. Usted debe conocer su arma.
Poco a poco se sentirá seguro de sí mismo. Mejorará su puntería, su capacidad de esclarecer quién está a favor del orden y quién a favor de la anarquía y su alzamiento de ceja en momentos comprometidos. Antes de salir de cacería, asegurese de estar en forma. Puede servirle el primer vendedor sin escrúpulos de servicios telefónicos que llegue a su puerta.
Un último consejo antes de aventurarse en una loca masacre desenfrenada contra alteradores del orden, navajeros, marabuntas de tribus urbanas o ese señor que una mañana le rayó el coche y puso pies el polvorosa. Ante el espejo compruebe que su equipación de justiciero de los ochenta está completa. Componga una sencilla frase repleta de malas pulgas y pasotismo, unas palabras que hieran más que sus balas de punta de tungsteno. Su chascarrillo final.
Bueno...quizás pueda dejar eso para más tarde. Una vez uniformado y armado, puede salir a la calle. Pero, un momento, suelte ese picaporte, ¿quiere ser un justiciero del montón o uno al que le escriban siete películas que le sobrevivan en las estanterías de los videoclubs?. Si es así, con un poco de conocimiento armamentístico, unas pinzas de depilar y muchas ganas, usted puede pasar de esto:
A, tras apretar un par de tornillos y aprovechar esos trastos viejos que todo el mundo tiene en el desván, obtener esto:
Suena una música incidental, ¿la oye?. Planos cortos de sus manos cargando el revolver. Una pequeña pistola en el calcetín. Una mochila cargada hasta la cremallera de armas rocambolescas de usar y tirar. Usted está listo para la venganza.
¿Se encuentra satisfecho? ¿Ha librado su barrio u municipio de indeseables de ideologías contrarias a la suya? ¿se ha vengado del quiosquero por devolverle mal el cambio? Entonces es usted un ciudadano de pleno derecho. Mientras la cámara se aleja, espere en pie, triunfante, sobre el puente en el que ha acabado con el jefe de los malos, que parecía muerto en un primer momento pero luego se ha levantado al son de una música chunga y usted lo ha abatido, cayendo en la boca de un cocodrilo que ha sido comido a su vez por un diplodocus que pasaba por allí camino al trabajo...perdonen, la conclusión de una limpieza ciudadana siempre logra emocionarme.
Por cierto, ¿cómo lleva lo de su frase final?
En fin...procure hablar poco.
Curso didáctico de Charlie Brownson para Aprender a ser Justiciero Urbano con 645 palabras.